Ser profesora de niños de entre 5 y 9 años estos meses ha sido una experiencia increíble, inolvidable y de las más enriquecedoras de mi vida.
Como ya contó Antonio en el post de Otra Cosa, su programa de HELP English consiste en proporcionar clases de inglés a estudiantes de colegios públicos donde no existen recursos para la enseñanza del idioma. Yo llevaba las clases de 1º a 3º de primaria del colegio María del Socorro junto con uno o dos compañeros dependiendo de la cantidad de voluntarios que hubiera cada semana. Cada curso teníamos tres clases, salvo los de 1º que eran dos clases. Es decir, un total de 9 clases diferentes a las que dábamos 2 horas de inglés a la semana.
Lo primero que me llamó a atención del colegio fue el caos y la poca disciplina que reinaba. Los niños salen al baño a jugar cada dos por tres; el horario del recreo varía 10 minutos arriba o abajo dependiendo del día; nos cancelaban clases sin una razón de peso; e incluso presencié dos veces cómo se paraba la clase sin previo aviso porque entraban al aula un séquito de madres con una tarta y regalos por el cumpleaños de algún niño o el día del profesor. Entendí de nuevo que en Perú las cosas van a otro ritmo, sólo debes tener una dosis extra de paciencia ;).
Para 1º y 2º, debíamos preparar las clases desde cero con la única guía de un pequeño syllabus que nos orientaba. Los enanos de 1º (5 y 6 años) eran puros terremotos. Requería un verdadero esfuerzo y la mitad de mi voz tenerlos concentrados en algo. También eran los más espontáneos y te partías de risa con sus ocurrencias. Todos los días te recibían con gritos de alegría y abrazos. El cole todavía era una juerga y más con las ‘teachers’ de inglés! ;D.
Los de 2º (7 y 8 años) eran los de mi edad favorita. Un poco más mayores como para compartir sus historias con nosotros aunque aún inocentes y cariñosos. Por último, estaban los de 3º (9 y 10 años) en el que tenía un par de clases difíciles. Chavales ya mayores que poco o ningún interés tenían en el inglés. Hicimos lo que pudimos y por lo menos hubo algunos días buenos en los que espero que algo aprendieran.
A las pocas semanas de empezar a dar clase, descubrimos que no se estaba evaluando de ninguna manera a los chavales de modo que nos pusimos en marcha con algo ya de sobra conocido: exámenes. Como era el primer exámen de inglés, de cara a motivarles les anunciamos que aquellos que aprobarán tendrían un premio. Me divertí mucho esa semana siendo la evaluadora y no la evaluada ;D.
Nos estaba gustando tanto la experiencia y el pueblo que decidimos prolongar nuestra estancia hasta el 2 de septiembre. Lo que no podíamos cambiar de fecha eran las dos semanas en Ecuador pero por suerte coincidió con una fiesta nacional y no perdíamos tantas clases. Sin embargo otra sorpresa nos esperaba a la vuelta: huelga general de prefesores en todo Perú. Nos quedaban tres semanas y las dos primeras no hubo clases. Habíamos perdido toda esperanza de despedirnos de los chavales pero afortunadamente se reanudaron las clases esa última semana.
El viernes pasado fue nuestro último día y despedirse fue más duro de lo esperado. En poco tiempo coges mucho cariño a los niños y ellos no terminan de entender porque los ‘teachers’ de inglés vienen y van. Después de esta experiencia admiro aún más a los profesores. Es un duro trabajo a tiempo completo, una profesión 100% vocacional y por desgracia poco reconocida.
Para mi han sido un par de meses inolvidables. Ha sido un reto exigente pero muy gratificante. ¿Lo mejor?preparar y dirigir tus propias clases; la sensación de ir al cole cada mañana a ver a tus alumnos que te esperan con una sonrisa; compartir momentos con ellos en los recreos o encontrártelos fuera del horario escolar por el pueblo y que te saluden desde el otro lado de la calle gritando: «¡¡Teacher, teacher!!»
Me voy con pena pero satisfecha y feliz por todo lo que estos chicos me han aportado: cariño, risas, su cultura, sus historias, miradas, abrazos y su alegría de vivir! ¡Les vamos a echar mucho de menos!
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